—¿Falta mucho? Me estoy impacientando.
—No es eso, Omhi, reconócelo. Es que no te fías de mí.
—Pues es verdad, no me fío de ti, Namhas. La última vez que me fié de ti terminamos en un pozo de visiones viscosas y tuvieron que venir a rescatarnos. Aún me da vergüenza recordarlo.
—Eso fue porque no conocíamos bien el terreno. Me guié por rumores, Omhi. Pero esta vez he venido a comprobarlo antes de decirte nada. Quería estar seguro, y acerté. Te vas a sorprender con mi descubrimiento.
—Ya estoy sorprendido, Namhas. Sorprendido de haberte hecho caso, de estar acompañándote en este viaje a la esquina más remota de la Galaxia, de no haberme dado media vuelta antes de que fuera tarde, y de fiarme de tus descubrimientos. Que exista una civilización con puertos espaciales en este lugar es imposible, ya lo habríamos descubierto.
—Esta especie es diferente, Omhi. Son seres biológicos muy básicos. Viven en un planeta bastante raro y no parecen muy dispuestos a abandonarlo.
—Ah, pues eso no es muy propio de las civilizaciones que poseen puertos espaciales, ¿no te parece?
—Veo que no entiendes nada. En su planeta existen cientos, quizás miles de puertos espaciales. En el recorrido que hice, que fue breve porque quise regresar cuanto antes para que me acompañaras, vi muchísimos. Y lo más sorprendente: poseen puertas de enlace a mundos que no conocemos. ¿Te das cuenta? ¡Mundos sin descubrir, Omhi!
—Y que ellos ignoran, porque no les gusta abandonar su asqueroso planeta. Claro, Namhas, es todo muy lógico.
—Ellos visitan esos mundos cada vez que les apetece, Omhi. Van allí, están una temporada y luego regresan. No pueden vivir en otro lugar que no sea su planeta, sus características biológicas se lo impiden.
—Sigue siendo incongruente. ¿Una civilización que ha desarrollado la capacidad de visitar otros mundos solo para hacer una visita? Mira, Namhas, aunque ya estemos lejos de casa me voy a dar media vuelta, en serio, tengo mejores cosas que hacer.
—¡Pero si ya estamos llegando! Mira, ese es el planeta.
—Ya veo. Un poco raro, ciertamente. Los seres que la habitan están... vivos. Y no veo ningún puerto espacial.
—Porque estás mirando con la mentalidad equivocada, pequeño ignorante. Vamos a acercarnos a ese lugar, parece que allí viven muchos de ellos juntos...
—Por todas las luces de Emhrohd, ¿juntos? Esto es asqueroso. Viven pegados los unos a los otros.
—Será que les gusta estar así, ¿qué más da?
—Solo espero que no nos descubran, Namhas. Estos seres son demasiado sólidos para mi gusto.
—Para ellos somos invisibles e intangibles. Podemos colarnos en uno de sus puertos espaciales, entrar en cualquiera de sus portales y visitar todos los mundos que queramos sin que se enteren de nada.
—Más te vale que así sea. Si tenemos que pedir otra vez que nos rescaten, te juro que no vuelvo a viajar contigo en lo que me queda de eternidad.
—Mira, ya estamos en un puerto espacial. ¿No es precioso?
—Si tú lo dices... yo no veo portales a otros mundos por ninguna parte.
—Actitud, Omhi, actitud... Observa: cada una de esas formas que hay alineadas frente a nosotros es un portal. Al atravesarlo, accedes directamente al mundo que tiene enlazado. Cada portal solo puede llevar a uno de ellos, por eso hay tantos.
—Bueno, la verdad es que hay muchos. ¿Y ya te metiste en alguno, cuando viniste la primera vez?
—En dos. Fue una experiencia increíble. Nada más asomarme en el primero, entré de lleno en un mundo parecido a este, pero lleno de características diferentes. Era un lugar tranquilo, sus habitantes eran muy emocionales. No estuve mucho tiempo porque me llevé una gran impresión al descubrir de qué se trataba, pero aún así, cuando comprendí dónde estaba, lo intenté en otro portal.
—¿Y qué ocurrió?
—Entré en otro lugar absolutamente distinto, poblado por más seres como los que viven en este planeta, pero en un entorno mucho mas agreste. Estaban en guerra, se aniquilaban entre ellos... fue muy emocionante. Incluso les cogí cariño.
—Parece peligroso, Namhas. ¿No hay manera de distinguir entre los que llevan a mundos como ese y otros más pacíficos?
—Supongo que la habrá, pero yo soy incapaz de entender nada de lo que hay en la parte exterior de los portales. Hay que arriesgarse, Omhi, ¿cuándo has perdido tu espíritu de aventura?
—Cuando fuimos devorados por aquella entidad subespacial.
—Oh, Omhi, eso fue hace mucho tiempo. Además logramos convencerla. Y esto es diferente.
—Eso es lo que lo dices siempre, hasta que nos metemos en un lío. En fin, ya que estamos aquí, habrá que probar. ¿Por dónde empezamos?
—Yo creo que voy a entrar en ese de allí, es algo más grande que los demás.
—No me fío nada. Yo creo que probaré en ese otro, es delgado y parece que lleva a un sitio fácil de controlar.
—Bien, pues nos vemos a la salida, Omhi. Feliz descubrimiento.
—Espero que podamos regresar, Namhas. Pero por si acaso debemos pedir que nos rescaten: ¿cómo se llama este sitio?
—Los habitantes de este planeta lo llaman "Librería". Supongo que diciendo eso, sabrán encontrarnos.
—Eso espero. En fin, ya me contarás...
Para saber más sobre el autor de esta historia, pulsa aquí.
—Solo espero que no nos descubran, Namhas. Estos seres son demasiado sólidos para mi gusto.
—Para ellos somos invisibles e intangibles. Podemos colarnos en uno de sus puertos espaciales, entrar en cualquiera de sus portales y visitar todos los mundos que queramos sin que se enteren de nada.
—Más te vale que así sea. Si tenemos que pedir otra vez que nos rescaten, te juro que no vuelvo a viajar contigo en lo que me queda de eternidad.
—Mira, ya estamos en un puerto espacial. ¿No es precioso?
—Si tú lo dices... yo no veo portales a otros mundos por ninguna parte.
—Actitud, Omhi, actitud... Observa: cada una de esas formas que hay alineadas frente a nosotros es un portal. Al atravesarlo, accedes directamente al mundo que tiene enlazado. Cada portal solo puede llevar a uno de ellos, por eso hay tantos.
—Bueno, la verdad es que hay muchos. ¿Y ya te metiste en alguno, cuando viniste la primera vez?
—En dos. Fue una experiencia increíble. Nada más asomarme en el primero, entré de lleno en un mundo parecido a este, pero lleno de características diferentes. Era un lugar tranquilo, sus habitantes eran muy emocionales. No estuve mucho tiempo porque me llevé una gran impresión al descubrir de qué se trataba, pero aún así, cuando comprendí dónde estaba, lo intenté en otro portal.
—¿Y qué ocurrió?
—Entré en otro lugar absolutamente distinto, poblado por más seres como los que viven en este planeta, pero en un entorno mucho mas agreste. Estaban en guerra, se aniquilaban entre ellos... fue muy emocionante. Incluso les cogí cariño.
—Parece peligroso, Namhas. ¿No hay manera de distinguir entre los que llevan a mundos como ese y otros más pacíficos?
—Supongo que la habrá, pero yo soy incapaz de entender nada de lo que hay en la parte exterior de los portales. Hay que arriesgarse, Omhi, ¿cuándo has perdido tu espíritu de aventura?
—Cuando fuimos devorados por aquella entidad subespacial.
—Oh, Omhi, eso fue hace mucho tiempo. Además logramos convencerla. Y esto es diferente.
—Eso es lo que lo dices siempre, hasta que nos metemos en un lío. En fin, ya que estamos aquí, habrá que probar. ¿Por dónde empezamos?
—Yo creo que voy a entrar en ese de allí, es algo más grande que los demás.
—No me fío nada. Yo creo que probaré en ese otro, es delgado y parece que lleva a un sitio fácil de controlar.
—Bien, pues nos vemos a la salida, Omhi. Feliz descubrimiento.
—Espero que podamos regresar, Namhas. Pero por si acaso debemos pedir que nos rescaten: ¿cómo se llama este sitio?
—Los habitantes de este planeta lo llaman "Librería". Supongo que diciendo eso, sabrán encontrarnos.
—Eso espero. En fin, ya me contarás...
Para saber más sobre el autor de esta historia, pulsa aquí.
Comentarios